Cantabria es infinita e inmensa en bosques, fauna, flora y gastronomía. Pero
esta vez le tocaba a la montaña Palentina y a nuestra vecina Castilla
y León mostrarse en todo su esplendor. Habíamos planeado un fin de semana en 4x4.
Las expectativas eran buenas, barruntábamos días de cielos despejados, buenas temperaturas y preciosos paisajes pero la realidad superó con creces nuestras esperanzas.
Las expectativas eran buenas, barruntábamos días de cielos despejados, buenas temperaturas y preciosos paisajes pero la realidad superó con creces nuestras esperanzas.
Era viernes, el reloj marcaba las 4 de la tarde y bajo un sol de
justicia sobre el cielo de Reinosa la ruta comenzó en el citado pueblo hacia
Olea, Barruelo, Perapertu, Rueda, Cervera de Pisuerga, Ventanilla, Alto la Varga hasta Triollo. Autovía primero y
carretera comarcal después.
En Triollo empezaba la ruta
4x4 y una pista al lado de un frondoso bosque y de el caudaloso río Carrión, rico en truchas, aguardaba a los intrépidos aventureros.
Seguimos el río, a través del valle glacial llamado Pineda, unas
veces por la izquierda, otras por la derecha y otras por el medio, pero sin
dejar el valle y siempre con el Pico Curavacas a nuestra izquierda. El Curavacas con 2.520 metros de altitud y situado
en el macizo de Fuentes Carrionas es considerada la mayor elevación de la
Montaña Palentina.
Hasta aquí el primer día. 4 horas de ruta, impresionante, admirable en
cuanto a la grandiosidad y la nobleza que desprenden las paredes casi
verticales que se pueden admirar.
En el corazón del valle instalamos el “campamento”. Esta vez, tiendas de campaña, tortilla, empanada, y una pequeña hoguera que nos acompañó en el ocaso. Leña de escobas para animar el fuego, buena elección para hogueras improvisadas, poco humo y fácil de encender. La noche estrellada, inmensa, cientos, miles, millones de estrellas, de constelaciones, el carro, la lira, la estrella polar siempre vigilante, cometas como Venus eran fácilmente apreciables. Incluso estrellas fugaces. Y entre naturaleza y magia … a descansar.
En el corazón del valle instalamos el “campamento”. Esta vez, tiendas de campaña, tortilla, empanada, y una pequeña hoguera que nos acompañó en el ocaso. Leña de escobas para animar el fuego, buena elección para hogueras improvisadas, poco humo y fácil de encender. La noche estrellada, inmensa, cientos, miles, millones de estrellas, de constelaciones, el carro, la lira, la estrella polar siempre vigilante, cometas como Venus eran fácilmente apreciables. Incluso estrellas fugaces. Y entre naturaleza y magia … a descansar.
A la mañana siguiente, en pié al amanecer,
pasaban unos minutos de las 6 de la mañana cuando empezamos a recoger el
campamento. Por delante un día largo de ruta. A escasos kilómetros encontramos
el fin
del valle y ascendimos rápidamente hacia la derecha dejando de espaladas el
pico Curavacas.
Ahora hacia los puertos de
Pineda y Río Frío (río que delimita Cantabria y Castilla y León).
En Río Frío pasamos una cabaña donde giramos a la derecha, dejando
a nuestras espadas, pico tres provincias, peña prieta y nacimiento de fuentes carrionas
(el Carrión), allí arranca una fuerte bajada que llega a Dobres y Cucayo (Liébana)
donde termina la pista. De mas de 1800 a escasos 200 metros en poco más de
media hora.
En Dobres, ya por carretera atravesamos los pueblos de Barago y Vega de Liébana,
donde nos encontramos la carretera que sube a San Glorió. Vamos dirección Espinama
un pequeño pueblo a escasos kilómetros de Potes.
Siguiente objetivo: Fuente Dé, los puertos de Áliva y el hotel
Real, de donde podremos apreciar peña Olvidada, pico Lechugales, el Jisto y cabaña Verónica entre otros muchos.
Tras 45 minutos de pista, por fin Sotres. 27 grados en el valle y en las
cumbres de mas de 2000 metros 21 escasos.
Como colofón final a un fin de semana en las alturas un baño en el
río Cares a su paso por Arenas de Cabrales (Asturias) cristalino, lleno de
truchas e incluso salmones vedado de pesca para conservar más si cabe la
multitud de especies de pescados que habitan en sus aguas. Nos encontramos
a pocos kilómetros del Naranjo de Bulnes
o pico Urriellu también admirado por su belleza.